Te mire a los ojos, cuando ya no creia poder hacerlo. Tu mirada era una mezcla de muchas cosas. En ella habia inocencia, desde luego, pero tambien cierto matiz de comprension, y una extraña lucidez para tu edad. Te dije que cometi muchos errores. Te hable de mi vertiginosa juventud, de mis años desatinados e imprudentes. De como el destino, victimario eterno, impiadoso, me convirtio a fuerza de sudor y de sangre en este hombre redimido. Te afirme que no esperaba tu perdon, que hubiera sido una actitud descaradamente pretenciosa hacia tu mama y hacia vos, un premio excesivo. Desnude mi alma, para que supieras que estaba dispuesto a todo para recompensarte. Te dije, al final, si me querias preguntar algo, luego de tantos años de ausencia. Asentiste con la cabeza, con obediencia indebida.
-Cuando te volves a ir?- me preguntaste.
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Era una mujer triste y solitaria. En el barrio la llamaban la llorona, y no era solo por maldad. Varias veces intento suicidarse, pero siempre habia algun milagro inoportuno que lo impedia. Una soga que no resistia su peso, otra soga resistente pero no lo suficientemente veloz. Un auto que frenaba con premonitoria y excesiva cautela. Un tren que frenaba contra todas las leyes de la fisica. Una bala magica que con desparpajo maradoniano gambeteaba el rumbo asignado.
Todos en el barrio apostabamos cuando y como lo lograria, y muchos soliamos perder. Cuando casi lo conseguia, contra todos los pronosticos, sobrevivia.
Como era de esperarse algun dia, la vida comenzo a ocuparse de ella. La doto de fuerza y valor. Le dio un trabajo. La lleno de salud a ella y a los suyos. La reconcilio con el espejo. La enamoro y le dio hijos sanos. Le erigio su lugar en el mundo. Ella en retribucion, lo defendio sin claudicacion ni duda.
Todos hubieramos apostado por ella de no ser por ese colectivo que una tarde rozo la bicicleta que manejaba sonriente, yendo a buscar a sus hijos a la escuela, ciega e imprudente de tanta felicidad repentina. En los diarios solo publicaron la ultima parte de esta hermosa historia.
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Hay canciones para todos los gustos. Estan las canciones alegres y desbordantes, que rejuvenecen y aturden. Estan las canciones tristes que te abrazan cuando mas lo necesitas y menos lo esperas. Estan las canciones reflexivas y comprometidas, que te hacen ver el valor del arte cuando se confunde con el pensamiento. Tambien tenes las canciones de moda, que se inflan poco a poco como un globo hasta que inevitablemente explotan o se desinflan solas, y aquellas otras que nadie escucha y de las que nadie habla, y que por lo tanto egoistamente haces tuyas.
Pero hay una cancion que supera todo aquello. Una cancion especial, necesaria e irremplazable. Ninguno de los parametros de belleza, melodia o armoniosidad servirian para clasificarla o describirla. Ningun critico especializado podria analizarla o estudiarla con precision. Esa cancion ilumina, libera, trasciende lo terrenal y lo ordinario. Pero a la vez es por demas simple y desestructurada. Cada vez que la escucho respiro mejor, me llena de goce y me alivia. Se que tiene un final, pero daria lo que no tengo por escucharla eternamente. Esa cancion son los latidos de tu corazon, cuando estas conmigo.